En los mismos tiempos en los que Constantino primero y Teodosio después se encontraban al frente de la aún esplendorosa Roma, el Albir -la zona costera de l'Alfàs del Pi- era una explotación agraría, dependiente de la ciudad de Allón, la actual Villajoyosa. Era una aldea rural presidida por una gran villa romana, la misma que hace dos décadas fue encontrada en una parcela distante varios centenares de metros de la playa. Junto a esta villa y en otros puntos del territorio cercano, algunas pequeñas casa de campesinos que quedan lejos del esplendor que tuvo que vivir esta construcción romana de l'Albir y del que dan buena muestra sus termas privadas.
Justamente estas termas, y más concretamente su correcta conservación, protección y explotación turística, son el objeto de uno de los proyectos impulsados por el ayuntamiento de l'Alfàs y financiado con fondos del estatal Plan E que fue presentado ayer por el alcalde de la localidad, Vicente Arques, y la edil de Cultura, Maite García.
Un proyecto que consiste en la cubrición de las termas y en la instalación de pasarelas -en unos tramos de madera y en otros de un material transparente- que permita su visita sin poner en riesgo la integridad de este importante yacimiento arqueológico, uno d elos más relevantes de la provincia de Alicante.
Un yacimiento todavía a medio descubrir, ya que tal y como indicó ayer la arqueóloga Carolina Frías, hasta la fecha únicamente se han excavado las termas de la villa y se ha retiradao la capa de tierra que cubría parte de las habitaciones residenciales que utilizaban los señores de la villa.
Sin embargo, queda una vasta extensión por excavar y en la que se espera encontrar las almazaras donde se producía aceite y las estancias en las que la uva se convertía en vino. Pese a que esta parte de la villa sigue oculta, los arqueólogos saben de su existencia debido a que en las excavaciones realizadas hasta ahora se han encontrado aperos que se empleaban en la época para la elaboración de vino y aceite y que, según Frías, eran muy similares a los actuales.
Pero todo eso comenzará a desvelarse a partir de octubre o noviembre, momento en que se pondrá en marcha el nuevo proyecto Emcorp de la Generalitat Valenciana, el tercero relacionado con esta villa romana y que sufragará las excavaciones. Para entonces ya estará terminada la cubrición e intalación de pasarelas sobre las termas y el trabajo de campo volverá a copar la actividad y se reanudarán las visitas guiadas.
Unas visitas que, respecto a las que se puedan realizarse en otros lugares, tienen un atractivo extra, el hecho de que esta excavación se encuentra en pleno proceso de ejecución y quienes se acerquen hasta allí podrán ver cómo trabajan los arqueólogos.
Y podrán también conocer cuál era el funcionamiento de las termas privadas de la villa. Unas termas que estaban dotadas de tres salas. Una, la primera, de agua fría; una segunda de agua templada; y una tercera de agua caliente y en la que tanto el agua como el ambiente estaba caldeado a través de un sistema de calefacción basado en un horno de leña y en el que el calor se propagaba mediante una cámara. Con posterioridad, y en los 300 años que se le presuponen de actividad a la villa, se añadieron nuevas piscinas y un aljibe que abastecía a las termas.
Cerca de estas termas, en noviembre pasado se encontró uno de los secretos que guardaba en su interior esta villa, un ánfora funeraria que contenía los restos de un bebé o un menor de corta edad. No obstante, la próxima temporada de excavación podrán al descubierto nuevos hallazgos que llevan muchos siglos bajo tierra.
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